Hoy he aprendido que hay que dejar que la vida te despeine, por eso he decidido disfrutar la vida con mayor intensidad… El mundo está loco. Definitivamente loco… Lo rico, engorda. Lo lindo sale caro. El sol que ilumina tu rostro arruga. Y lo realmente bueno de esta vida, despeina…
Hacer el amor, despeina.
Reírte a carcajadas, despeina.
Viajar, volar, correr, meterte en el mar, despeina.
Quitarte la ropa, despeina.
Besar a la persona que amas, despeina.
Jugar, despeina.
Cantar hasta que te quedes sin aire, despeina.
Bailar hasta que dudes si fue buena idea ponerte tacones altos esa noche, te deja el pelo irreconocible…
Así que como siempre, cada vez que nos veamos yo voy a estar con el cabello despeinado…
Sin embargo, no tengas duda de que estaré pasando por el momento más feliz de mi vida. Es ley de vida: siempre va a estar más despeinada la mujer que elija ir en el primer carrito de la montaña rusa, que la que elija no subirse.
Puede ser que me sienta tentada a ser una mujer impecable, peinada y planchadita por dentro y por fuera. El aviso clasificado de este mundo: exige buena presencia: Péinate, ponte, sácate, cómprate, corre, adelgaza, come sano, camina derechita, ponte seria…
Y quizá debería seguir las instrucciones pero ¿cuándo me van a dar la orden de ser feliz? Acaso no se dan cuenta que para lucir linda, me debo de sentir linda… ¡La persona más linda que puedo ser!
Lo único que realmente importa es que al mirarme al espejo, vea a la mujer que debo ser. Por eso mi recomendación a todas las mujeres :
Entrégate, Come rico, Besa, Abraza, Haz el amor, Baila, Enamórate, Relájate, Viaja, Salta, Acuéstate tarde, Levántate temprano, Corre, Vuela, Canta, Ponte linda, Ponte cómoda, Admira el paisaje, Disfruta, y sobre todo,
DEJA QUE LA VIDA TE DESPEINE !!!!
Lo peor que puede pasarte es que, sonriendo frente al espejo, te tengas que volver a peinar.
Perdón, culpa,
desconfianza, resentimiento crónico... son los sentimientos habituales
Para superar el
dolor inicial del engaño hay que comprender y asumir la naturaleza humana.
-No es nada personal
-Miedo a ser invisibles
Como cada mañana, conectó el
ordenador. En la pantalla apareció inesperadamente la cuenta de correo de su
marido. “Recuerdo cada beso”. Esta frase, colocada como asunto de un e-mail, le
saltó encima. Le invadió una sensación nueva de dolor al leer este y otros
muchos mensajes entre él y una desconocida. Esos e-mails la colocaron en un
planeta que giraba diferente. Un detalle temporal fue lo que más envenenó su
cabeza. La historia parecía haber empezado cuando su hijo tenía seis meses.
La fidelidad
es un invento de la evolución humana. Apareció con el mismo objetivo que todas
nuestras conductas: asegurar la continuidad de los genes. Los humanos nacemos
muy indefensos, vivimos una infancia prolongada pues necesitamos mucho tiempo
para poder desenvolvernos por nosotros mismos. Así que la hembra cavernícola
necesitaba a un macho a su lado para proteger a sus crías. Y surgió la
fidelidad.
Desde un
punto de vista biológico, la fidelidad está prácticamente asegurada cuando se
está enamorado. En esa etapa no tiene mérito ser fiel, es lo que pide el
cuerpo. Cuando el enganche hormonal se termina, incluso si queremos
profundamente a esa persona, necesitamos de los valores, la programación social
y la voluntad para continuar fieles.
Si las paredes de los consultorios
psicológicos hablaran, seguro que podrían explicar muchas cosas sobre la
infidelidad. No sólo contarían sobre el sufrimiento del sujeto engañado, sino
también del dolor del infiel y de la tercera persona.
Al descubrir
una infidelidad, las reacciones son muy distintas. Incluso hay quien se alegra
(puede constituir una buena excusa para romper la relación sin remordimiento,
por ejemplo). A pesar de la disparidad, existen similitudes emocionales entre
algunos engañados:
Perdida de
inocencia.“Mi pareja
nunca me engañará”. ¿Cuántas personas se han tenido que tragar estas palabras?
y ¿cuántas se mantienen convencidas mientras la realidad se ríe de ellas?
Existe un fenómeno psicológico que lo explica: “el optimismo no realista”. Se
produce cuando estimamos que la probabilidad de ser víctimas de un suceso
desagradable es menor que la de otras personas. Tenemos tendencia a sentirnos
invulnerables. Y en el tema de la pareja, también. Por eso, cuando uno se
entera del engaño, el golpe es tan duramente inesperado. Se da cuenta de que
ese amor no era tan especial, que es como el del común de los mortales.
Se mira a la pareja y no se le
reconoce. No sabemos a quién tenemos delante. Ni siquiera se está seguro de la
historia que se ha vivido, se mira hacia atrás y todo se reevalúa. “Me invitó a
esa cena porque sentía culpa”, “me engañaba cuando decía que yo era el amor de
su vida”… Todo se interpreta de otra forma, más real, sin edulcorantes.
El
sufrimiento da buenas lecciones a quien sabe atenderlas. En este caso, una de
ellas es darse cuenta de que el ego tiene que aterrizar desde las alturas.
Percatarse de la necesidad de eliminar el pensamiento
“esto-nunca-me-pasará-a-mí”. Si se consigue bajar al ego de allá arriba sin
lastimarse demasiado, nos volvemos humildes; más sabios. Y esto ayuda a
afrontar no sólo la infidelidad, sino también futuros golpes, tanto del mundo
de la pareja como de otros ámbitos.
Interpretaciones
simplistas.Los humanos
necesitamos entenderlo todo. Y la increíble complejidad emocional que implica
una infidelidad también se quiere meter en una cuadrícula. Y eso no sólo es
absurdo por imposible, sino porque encima hace sufrir. “La primera pregunta es
por qué. ¿Por sexo, por diversión, por amor, por oxígeno…? Es normal plantearse
esta cuestión, pero hay que saber que a veces ni el propio infiel sabe por qué
lo ha hecho. Queremos encontrar la lógica en el mundo emocional y ahí no la
hay.
Una de las explicaciones simplonas
que se da a la infidelidad es la falta de amor. Sin embargo, no hay ninguna
investigación que muestre que esta premisa sea siempre cierta. Tal como cuenta
el psicólogo Martín Camacho en su libro sobre infidelidad, todas estas opciones
son posibles: parejas que se quieren y no se engañan; parejas que se quieren y
se engañan; parejas que no se quieren y se engañan, y parejas que no se quieren
y no se engañan. El amor y la fidelidad no siempre van de la mano. Así que
debemos valorar y sopesar la importancia que se le da a los dos aspectos por
separado.
Culpa.La simplicidad mental lleva también a buscar un
único responsable. La culpa la otorga la estrechez de nuestras miras. A veces
se acusa al infiel; otras, a la tercera persona, y otras, a uno mismo. Incluso
la culpa se coloca en características concretas: “Se ha ido con otro/a porque
estoy gordo/a”. Explicaciones limitadas que además actúan como una cuchilla
afilada sobre la autoestima.
La
infidelidad no duele sólo por el engaño, oscurece porque levanta una tapa que
deja salir todos los complejos a flote. El peso, las habilidades sexuales, la
capacidad de amar, la inteligencia… Con los complejos destapados, muchas
personas engañadas huyen hacia delante. Rápidamente buscan a otra persona o
perdonan a quien les ha engañado al instante, sienten prisa para volver a tapar
la caja de los truenos. Desaprovechar la ocasión para mirar a nuestros
complejos a la cara y trabajarlos es perder una gran oportunidad de
aprendizaje.
-Video los puentes de Madison la mejor escena-
a revancha.Una reacción ante el engaño es la venganza.
Pagar con la misma moneda. No son pocos los engañados que se lanzan a buscar un
amante para desquitarse. Cuando las emociones se remueven tanto, las premisas
que se esconden detrás emergen y pueden llevar a sitios interesantes. El
problema quizá ha sido cómo se ha vivido, cómo se ha entendido la pareja: como
una inversión de futuro. Hemos dado para obtener algo a cambio. Dos errores:
invertir y esperar. Los sabios dicen que el fruto de las acciones está en sí
mismas. Si se ama esperando algo, ya se está equivocado.
En el fondo
la estafa se siente no tanto porque la pareja se ha ido con otra persona y
nosotros no, sino porque él/ella ha sido feliz mientras la otra parte ha
“invertido en la relación”. La mejor venganza no es ir a buscar un sustituto,
sino ser felices.
Paranoias y
espionaje.Al darse
cuenta de que la persona que se tiene delante es capaz de mentir, se enfoca la
realidad de forma distinta. Muchos detalles, nimiedades, se convierten en
imanes que atraen la atención. Se puede vivir una paranoia y lo peor es mirar
hacia delante y ver un panorama de desconfianza perpetua. Controlar se puede
convertir en una obsesión. La pareja promete que nunca más va a ser infiel,
pero no basta. La realidad es que el futuro nadie lo sabe. La vigilancia eterna
es una opción que nos convertirá en desgraciados. La única salida es la
confianza… ¿en la otra persona? No. En nosotros. Confiar en que, si en el
futuro vuelve a engañar, sabremos encajarlo. Así que, en lugar de invertir en
estrategias de vigilancia, la mejor salida es hacerlo en uno mismo, en las
fortalezas de cada uno. Si la desconfianza se ha vuelto insufrible, siempre
queda la opción de romper. Lo esencial es que la infidelidad ayude a crecer ya
sea juntos o por separado.
Oasis. Los
humanos somos cómicos. Algunas parejas dicen que el mejor sexo lo han
disfrutado después de enterarse de la infidelidad. Notan como un rebrote del
enamoramiento. La culpa del infiel, mezclado con el miedo a que se rompa la
relación, con sesiones de charla profunda sobre la pareja… forman un cóctel
emocional y afrodisiaco. En los casos que existe este acercamiento sincero, la
relación, lejos de romperse, se fortalece, siempre y cuando esta nueva
proximidad se riegue para que no quede en un mero espejismo.
El perdón. Es el
único final feliz de una infidelidad. Perdonar no significa forzosamente
reconciliarse. Se puede perdonar y seguir; perdonar y romper. Disculpar
significa hacerse un regalo a uno mismo. Quitarse el resentimiento de encima.
El resentimiento no superado convierte la infidelidad en un dolor crónico.
Perdonar significa pasar página. No es algo que se pueda hacer
instantáneamente. El dolor inicial no lo quita nadie. Para superar el
resentimiento, para pasar página, se debe subir un escalón, hay que mirar la
situación desde más arriba. Abrir el angular, comprender la naturaleza humana y
sobre todo asumirla. La vida es así, compleja, emocional, inesperada.
La infidelidad levanta una tapa que deja salir todos los complejos a flote"